Luján - Buenos Aires - Mayo de 2019

MUSEO DE BELLAS ARTES FERNÁN FÉLIX DE AMADOR

Cuando entro a la muestra y las veo individualizadas en el espacio, cosa que sabía que era producto de un esfuerzo reciente, me impregné más fácil de lo que conocía de cada una y me dejé llevar emparentada con mis propias zozobras y hallazgos.

Me encuentro con Claudia encabezando la partida como un estandarte, la mineral, afín al fuego y las piedras, tratando de ensamblar abigarradas estructuras punzantes que chocan y hasta se disuelven, como un magma bajo presión y calor, hasta que surge la luz, la transparencia del sílice, el cuarzo, la geometría del origen. Los metales enlazados en sales revelan el color de la oscuridad… Veo los títulos de las obras y parecen coincidir con lo que estoy pensando, fuerzas angélicas, contenidos mitológicos, los agentes transmutadores de la alquimia, hasta referencias al envenenamiento…

Como en una cueva aparece Silvia con una versión resignada y espléndida de la muerte, es más, de dar cuenta primero de haber vivido. Parece como si uno tuviera que ponerse las prendas que alguna vez lo cobijaron, los primeros objetos que alguna vez le fueron necesarios de llevar en un atadito… Como si sólo el coraje y la memoria le dieran a uno asilo… Encontrar las huellas de los que empezaron antes, construir arqueológicamente sus propias memorias, acompañar los procesos en nuevos planos con la  imaginación, seguir descendiendo, siempre hay una escalera… Hasta encontrarse con un cuerpo, lo que todos compartimos, su cáscara yace en el piso, lo tutela el espíritu de lo que fue o  tal vez lo que debió ser, pero resplandece…avanzo y doy vuelta sobre mis pasos y descubro que  el anverso de la imagen tutelar  está impregnada de una imagen palpitante y oscura que se yergue como un alma que uniría los dos mundos.

Entro en el territorio de Ana, todo es lucha, en el centro la vorágine de estar vivo, el ritmo del cosmos y el propio ritmo, encuentros y desencuentros. La bestia, monumental, descansa, parece compartir los afanes de los hombres. Tal vez parezca tan grande y oscura porque desconocemos el sentido de lo que se nos oculta, pero la invitación a yacer invertido a su lado nos adelanta la causa común de sus devaneos.

Cristina, el refinamiento y la medida, como si testimoniara los intentos culturales de dar cuenta de la soledad, los aprisionamientos, el desconcierto, los fracasos y paradojas de la vida, con una representación sutil y  diluida, como el producto destilado de un alambique.

La cruz enterrada o altiva, el intento de construir templos y cúpulas ya se ha venido anticipando cuando llego a Verónica. Fecundar, erguirse, confrontar, amar, recordar, parecen indudablemente atravesados por la crucifixión y una infinidad de objetos cotidianos asemejan señalizar itinerarios como si construyeran una guía ritual…

Habiendo llegado acá las abrazo y les digo: Pero ustedes hicieron un itinerario sobre formas de cómo encontrarse con lo sagrado!? Casi biográfico!

Ahora tengo más preguntas...

Nora Merás